LA
BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA, UNA MADRE PARA TODOS
Niños, jóvenes,
adultos (solteros o solteras, casados, viudos o viudas, ancianos o ancianas,
sacerdotes, religiosos o religiosas). Cualquiera que sea tu estado actual, ten
presente que has nacido para salvarte. Y que para ello, lo mismo que en lo
natural necesitas el cuidado solícito de una madre desde que naces, continuando
en la infancia, juventud, pubertad, madurez y más especialmente en la
ancianidad, necesitas también una madre en lo espiritual. Esta madre la tenemos por expreso deseo de
Jesucristo Redentor, que nos la legó en firme testamento firmado y sellado con
su Sangre desde la Cruz Redentora. El parto fue dolorosísimo, pero la humilde
esclava del Señor, que aceptó ser Madre del Salvador en Nazaret, acepta ahora
la maternidad corredentora que se le encomienda en favor de toda la
humanidad. El día 27 de noviembre de
1830 la bondadosa, solícita y buena Madre del Cielo, le mostró a Santa Catalina
Labouré, con una visión, grabada con letras de oro, la jaculatoria ¡Oh María
concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
que tú terminas de rezar
cincuenta veces. Esta jaculatoria, junto con llevar colgada al cuello la
Medalla Milagrosa que también se le mostró, te garantiza es promesa de la
Virgen vivir bien, morir en paz con Dios y salvarte. Las gracias y favores que
la Santísima Virgen concede a los que practican esta devoción son incontables.
1. Señal de la Cruz.
2. Felicitemos a la Santísima Virgen por el singular Privilegio de su Concepción Inmaculada: Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea. Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti celestial Princesa, Virgen Sagrada María
Yo te ofrezco, en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía, morir sin confesión. Mi corazón a tus plantas pongo Oh Divina María, para que a Jesús lo ofrezcas junto con el alma mía, Amén.
3. Atendiendo el deseo de la Virgen Santísima Milagrosa, digamos con fervor y confianza:
INVOCACIONES AL
DULCÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
PRIMERA INVOCACIÓN: Madre mía amantísima, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, miserable pecador(a).
* Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.
SEGUNDA INVOCACIÓN: Fuente de las divinas gracias, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. * Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.
TERCERA INVOCACIÓN: Reina de cielos y tierra, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. * Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.
CUARTA
INVOCACIÓN: Inmaculada, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, alcanzadme
de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. *
Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que
recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.
QUINTA
INVOCACIÓN: Abogada y refugio de nosotros pobres pecadores, Santísima Virgen
de la Medalla Milagrosa, asistidme en el trance de la muerte y abridme las
puertas del cielo. *
Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que
recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.
4. Pídase la
gracia que por intercesión de la Santísima Virgen se desee alcanzar (…) Y denle
gracias por las ya obtenidas.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo, Amén.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo, Amén.
5. Oremos: Señor
Nuestro Jesucristo, que quisisteis honrar con innumerables milagros a vuestra
Madre la Santísima Virgen María, Inmaculada desde el primer instante de su
Concepción, concédenos que, implorando siempre su patrocinio, consigamos los
goces eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.
6. Acudamos a la maternal protección y amparo de la Santísima Virgen con la siguiente súplica del glorioso San Bernardo:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Purísima Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.
6. Acudamos a la maternal protección y amparo de la Santísima Virgen con la siguiente súplica del glorioso San Bernardo:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Purísima Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.
7. Recitar o
cantar la antífona: “Salve Regina” (Dios te Salve Reina y Madre).
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