martes, 27 de noviembre de 2012

Rosario de la Medalla Milagrosa


LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA, UNA MADRE PARA TODOS

Niños, jóvenes, adultos (solteros o solteras, casados, viudos o viudas, ancianos o ancianas, sacerdotes, religiosos o religiosas). Cualquiera que sea tu estado actual, ten presente que has nacido para salvarte. Y que para ello, lo mismo que en lo natural necesitas el cuidado solícito de una madre desde que naces, continuando en la infancia, juventud, pubertad, madurez y más especialmente en la ancianidad, necesitas también una madre en lo espiritual.  Esta madre la tenemos por expreso deseo de Jesucristo Redentor, que nos la legó en firme testamento firmado y sellado con su Sangre desde la Cruz Redentora. El parto fue dolorosísimo, pero la humilde esclava del Señor, que aceptó ser Madre del Salvador en Nazaret, acepta ahora la maternidad corredentora que se le encomienda en favor de toda la humanidad.  El día 27 de noviembre de 1830 la bondadosa, solícita y buena Madre del Cielo, le mostró a Santa Catalina Labouré, con una visión, grabada con letras de oro, la jaculatoria ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!  que tú terminas de rezar cincuenta veces. Esta jaculatoria, junto con llevar colgada al cuello la Medalla Milagrosa que también se le mostró, te garantiza es promesa de la Virgen vivir bien, morir en paz con Dios y salvarte. Las gracias y favores que la Santísima Virgen concede a los que practican esta devoción son incontables.

 

1. Señal de la Cruz.

2. Felicitemos a la Santísima Virgen por el singular Privilegio de su Concepción Inmaculada: Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea. Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti celestial Princesa, Virgen Sagrada María
Yo te ofrezco, en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía, morir sin confesión. Mi corazón a tus plantas pongo Oh Divina María, para que a Jesús lo ofrezcas junto con el alma mía, Amén.


3. Atendiendo el deseo de la Virgen Santísima Milagrosa, digamos con fervor y confianza:

 

INVOCACIONES AL DULCÍSIMO NOMBRE DE MARÍA


PRIMERA INVOCACIÓN: Madre mía amantísima, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, miserable pecador(a).
* Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.

SEGUNDA INVOCACIÓN:
Fuente de las divinas gracias, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados.                                      * Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.

TERCERA INVOCACIÓN: Reina de cielos y tierra, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos.                                                                    * Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.

CUARTA INVOCACIÓN: Inmaculada, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación.                                                * Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.

QUINTA INVOCACIÓN: Abogada y refugio de nosotros pobres pecadores, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, asistidme en el trance de la muerte y abridme las puertas del cielo.                                                                                                                  * Padre Nuestro – ¡Oh María concebida sin pecado original, rogad por nosotros que recurrimos a Vos! (diez veces) – Gloria.


4. Pídase la gracia que por intercesión de la Santísima Virgen se desee alcanzar (…) Y denle gracias por las ya obtenidas.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo, Amén.

5. Oremos: Señor Nuestro Jesucristo, que quisisteis honrar con innumerables milagros a vuestra Madre la Santísima Virgen María, Inmaculada desde el primer instante de su Concepción, concédenos que, implorando siempre su patrocinio, consigamos los goces eternos. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.

6. Acudamos a la maternal protección y amparo de la Santísima Virgen con la siguiente súplica del glorioso San Bernardo:
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, ¡oh Purísima Madre de Dios!, mis humildes súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.

7. Recitar o cantar la antífona: “Salve Regina” (Dios te Salve Reina y Madre).

 

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