lunes, 26 de noviembre de 2012

Nuestra Señora y su Medalla Milagrosa


Era el año de 1830, y en París ocurre la primera aparición moderna de la Santísima Virgen. Comienza lo que ha sido llamado por Pio XII como: "La Era de María"; porque apartir de esa fecha empezarían las visitas celestiales de Nuestra Madre: Salette, Lourdes, Fatima, entre otras. Nuestra Santísima Reina desciende de los cielos para traernos un mensaje de amor, paz y bendición. Fue bendecida con esta inmensa gracia Santa Catalina Lobouré, quien nació el 2 de Mayo de 1806 en Borgoña / Francia. Entró al postulantado de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul el 22 de Enero de 1830, y luego de tres meses, el 21 de Abril fue enviada al Noviciado en la Rue de Bac en París. El 18 de Julio de 1830, Vísperas de San Vicente de Paul, la maestra de novicias habló a todas ellas sobre la devoción que se debe tener a los Santos, en especial a la Reina de Todos los Santos, y en el corazón de Catalina nació el deseo de ver a Nuestra Santísima Madre. La Maestra repartió a todas las novicias un pedacito de un roquete de San Vicente y Santa Catalina se lo tragó, y se durmió pensando que este Santo y su ángel Custodio le alcanzarían la gracía de ver a Nuestra Señora en esa misma noche. A las 11:30 pm, Santa Catalina fue despertada por un niño vestido de blanco, que aparentemente tenía unos cinco años y brillaba mucho; él le dijó que se levantara y fuera con él, porque la Santísima Virgen la estaba esperando. Ella se vistió rapidamente, y lo siguió, él la llevó a la puerta de la capilla, y estaba cerrada, pero con tan solo poner su dedo en la puerta, se abrió. Ella entró en la capilla, estaban encendidas todas las velas y los cirios, el niño la llevó al presbiterio, junto al sillón del Padre Director, allí se puso de rodillas, él niño la acompañó. Para ella la espera fue muy larga, hasta que el niño le dijó: "Ved aquí a la Virgen, vedla aquí", ella vió una Señora de gran belleza que se dirigía hacia el presbiterio, y allí se sentó en un sillón sobre las gradas del altar mayor al lado del Evangelio. En esa visión, la Santísima Virgen le reveló a Catalina la misión que Dios tenía para ella. La siguiente aparición (que hoy se conmemora su 182 aniversario) en la tarde del Sábado 27 de Noviembre de 1830, Vísperas del Primer Domingo de Adviento; Catalina se encontraba en la Capilla meditando y esperando el inicio del adviento, cuando de nuevo se le apareció la Santísima Virgen, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza. Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita. La Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla. Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja. Mientras Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón: "Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden". Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo. El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies. En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: " Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros, que recurrimos a vos". Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda. Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza". La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla. En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas. La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: "En adelante, ya no veras , hija mía; pero oirás mi voz en la oración". Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los dos corazones son bastante elocuentes". La Medalla se llamó inicialmente: La Medalla de la Inmaculada Concepción, pero luego a causa de los inmumerables milagros, se llamó Milagrosa. Nunca se supo que Santa catalina había sido quien había visto a Nuestra Señora y a quien le habían entregado la medalla. La medalla era muy popular en todo el mundo, pero Catalina no; hasta que el 27 de Julio de 194, Catalina fue Canonizada por el Papa Pio XII, y se reveló que ella había sido la escogida por Dios para recibir el mensaje de la Inmaculada Concepción, de su Medalla Milagrosa.









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